César González

Nació en el año 1989 en el seno de una familia muy humilde en la Villa Carlos Gardel, al oeste del conurbano bonaerense. En su adolescencia estuvo involucrado en el mundo del delito, fue baleado varias veces por la policía. Estuvo preso entre los 16 y 21 años. Al salir del encierro comienza una prolífica labor en distintas artes, entre las que se destacan el cine y la poesía. A la fecha lleva realizados 7 largometrajes, 3 cortometrajes, 1 documental y varios videoclips. Como escritor ha publicado 3 libros de poesía, también trabaja como productor musical y es artista plástico. Ha sido columnista y colaborador en distintos medios gráficos y digitales.
Poemas
los árboles sufren
cuando los torturan y los mutilan
sin poder gritar su dolor
el mar muerde su lengua
cuando lo bañamos
de todas las mierdas existentes
se ahoga el aire
a causa de nuestros pulmones
¿Alguien pensó alguna vez
en el miedo que nos tiene la muerte?
¿O cómo nos odia el amor
por nuestra intensa disconformidad?
Yo sí pienso en esas cosas.
Pienso en la fría soledad del sol
en la eterna virginidad de la luna
en la relación amorosa del viento y las hojas
y que la lluvia es el momento
en que el cielo y la tierra
tienen un orgasmo.
Esto es la soledad
yo y estas cuatro paredes
yo y esa puerta fría y vieja
por donde no pasa nadie
solo un guardia cada tanto.
Esto es la soledad
el estar pensando
sin querer hacerlo
intimidado por la cercanía
de las paredes.
Esto es la soledad
mirar el techo todo un día entero
y encontrarle siempre algo nuevo.
Esto es la soledad
es estar sufriendo al escuchar
cómo el resto de los pibes
está en visita y yo no.
Esto es la soledad
es desear tener una compañía erótica
en este momento.
Pero saber que la única compañía
es esa cucaracha que cruza la pared.
El escenario es un colectivo
se respira fracaso y transpiración
no hay peor cárcel que la mirada del otro.
Miran por la ventanilla
pero sus ojos no viajan
desean otra cosa
pero también es divertido.
Llego a mi destino y me bajo.
Me espera una reunión de
intelectuales de turno.
Sus ideas agarraron un piquete
a mi los piqueteros me dejaron pasar.
Antes que ahogarme decido marcharme.
Vuelvo al lugar donde mejor me refugio
busco esa cueva donde nadie me encuentre.
Ahí, donde no obedezco.
En la soledad, mi ambiguo consuelo.
las veredas sufren por
esa multitud que se queja de la lluvia
porque moja su ropa nueva
porque los retrasa en el trabajo.
Aunque el mundo es más grande de lo que dicen
percibo que nos achicaron el tiempo.