Ferny Kosiak

Nació en Libertador San Martín, Entre Ríos. Es Profesor en Lengua y Literatura (UADER) y Técnico en Comunicación Social (UNER). Desde el 2005, coordina talleres y capacitaciones de Literatura en Paraná donde trabaja como profesor y en corrección y publicación de libros independientes. Publicó los libros de cuentos Soy tu monstruo (Supervisión, 2008), Sentido raro (Supervisión, 2011), Tuit (Bicéfalo, 2012), El crimen es una fiesta (Bicéfalo, 2015); los libros de poesía Morite Lacia (La gota, 2016), El final de los paisajes (Bicéfalo, 2017), Un bosque de flores (Camalote, 2021), OH! (Camalote, 2021); la obra teatral La bondad de los extraños (Editorial de Entre Ríos, 2018) ganadora del premio Fray Mocho 2016 y las novelas Cerca del fuego (Baldíos en la Lengua, 2018), Otro (De Parado, 2020) y Recetas de Cristal (Gerania, 2021).
Poemas
Cómo hacer para que un te amo sean más que palabras
más que cántaro vacío,
cómo hacer que tenga la suavidad de una caricia
capaz de erizar las hojas de los sauces
las abuelas machacaban esas hojas
las hervían y el té disolvía los dolores de cabeza
arrancaban las hojas de las ramas lloradas de la orilla del río
de las finas ramas verticales, las arrancaban
esquivando la cortina verde, las arrancaban
hojas como lágrimas
hojas para calmar el dolor
en primavera las abuelas jamás tocaban las flores del sauce
había algo mágico en ellas
un alivio entre las hojas
a veces las lágrimas brillan como las flores
a veces hay que esperar a que llegue el otoño
que toda lágrima desaparezca
que cada rama se quede desnuda, vacía
hasta que todo vuelva a crecer.
Se puede borrar y volver a escribir
decía la publicidad de los cuadernos Rivadavia,
pero en casa éramos pobres
y mis hojas marca Gloria
se agujereaban a la segunda borrada,
como los manuales que mamá compraba usados
que ya venían borrados por la mamá que los vendió
como un servicio a la comunidad,
pero más allá de esas herencias,
como los guardapolvos pasados a los hermanos menores,
más allá de la economía de la pobreza
estaba el amor inconmensurable de la niñez
al que no volveremos jamás.
Metros y metros de seda y terciopelo
telas caras
nada de la mesa de saldos
todo nuevo
todo de la mejor calidad,
carreteles de hilos de oro y plata,
máquinas Singer a pedal
de las viejas
nada de tecnología
todo de manufactura duradera
realista,
porque en el pasillo ya están esperando los clientes
con exigencias antiguas
Santa Águeda no quiere ropa al cuerpo
que delaten los senos cercenados,
San Juan Bautista solo necesita
el cuello de una camisa,
Santa Rita pide un velo
para tapar las cicatrices de su frente,
San Jorge reclama que le borden su capa
con escamas del dragón del rosal
y así todos los santos alzan sus puños
para remarcar sus pretensiones
mientras hago que el pedal de la Singer
avance más rápido
porque he quedado para vestir santos
y nada más,
colgando entre las túnicas beatas
están mis ilusiones
mis pedidos de caricias que nunca llegaron
he quedado para vestir santos
que se amontonan los domingos
en los pasillos de mi casa
y exigen a gritos un ruedo más corto
más a la moda
un escote más púdico,
y gritan y reclaman
hasta mi agotamiento
que ignora sus amenazas
después de todo
qué más pueden hacerme
si nunca cumplieron con regalarme amor.