Joaquín Correa

(Mar del Plata, 1987) Es poeta y traductor. Estudió Letras en la Universidad Nacional de Mar del Plata y se doctoró en Literaturas en la Universidade Federal de Santa Catarina, con una tesis que vinculaba dinero, trabajo y poesía en algunas poéticas argentinas y brasileñas. Publicó algunos libritos: Fotografía estenopeica (Premio Soriano de poesía, 2013), Yo vi la cara de Lenin y estaba durísimo (2014), Puki Puki around the world (2014), Mundial (2014), La última frazada (2015), Los días claros (2015), Correspondencia (junto con Agustina Catalano, 2015), Bombuchas (2016) y Toulouse y algunas otras chicas (2017). Ha traducido al castellano Vida de Paulo Leminski (2015) y Post-Scriptum sobre la sociedad de control de Gilles Deleuze (2018) y al portugués Três histórias pringlenses (junto con Joca Wolff, Fernando Scheibe y Byron Vélez Escallón, 2016) y Em Havana de César Aira (junto con Byron Vélez Escalón, 2017), $uporte. O uso do dinheiro como material nas artes visuais y Dinheiro sagrado. Uma crítica a partir de Aristóteles de Hernán Borisonik (junto con Natalia Pérez Torres, 2019 y 2021, respectivamente) y Fotografias imaginárias com neve de verdade de Arturo Carrera (junto con Natalia Pérez Torres, 2020). Desde 2013 se demora en Florianópolis, Brasil.
Poemas
Me enseñaste a contar hasta 100
hacer fajos y guardarlos
en el fondo invisible del cajón.
Si venía ARBA o pasaban
a controlarnos los matones
de la feria
si hacíamos 100
decía que eran 400
450
y así.
Pensé en robarte.
Ese verano fue terrible:
me pagabas una miseria
trabajaba un montón
y no me alcanzaba
para pagar los impuestos.
Me caías simpático.
Habías aprendido la lección:
nadie se hace rico trabajando.
Un tintineo de teclas que alguien
escribe en algún lugar. Los pobres negocian,
razona Grabois en un extremo estético.
¿Y con qué negocian los pobres?
Con su moneda: la paz social.
Con que no rompen la vidriera que miran.
Ya nadie fuma en los poemas argentinos.
Como en los bares, parece que está
PROHIBIDO FUMAR
en la casa del poema. ¿Pasó de moda?
No, no es que pasó de moda,
es que los poetas somos pobres
y los cigarrillos están muy caros
y por eso ya nadie fuma
en los poemas argentinos.