Juan Fernando García

Juan Fernando García (Necochea, 1969. Vive en Buenos Aires)
Editó los libros de poesía La arenita (2000); Todo (2004); Ramos generales (2006); Morón (2014); Sobre el Carapachay (2017), Temporales (2018), Abril (plaqueta, 2020), Frente al bosque de pinos (2021). También compiló Zoológico, diez poemas de poetas argentinos, con ilustraciones de Francisca Yáñez.
Integra las antologías La Niña Bonita. 15 poetas de Argentina (2000), Voces de Argentina/ Voix d’ Argentine (2009), Hay que ocupar la vida en otra cosa (2020), entre otras.
Editor del proyecto Muchos Libros Felices junto a Fabián Muggeri.
Docente del Taller de Poesía I, Cátedra Genovese – Lic. en Artes de la Escritura, UNA (Universidad Nacional de las Artes).
Desde 1995 dicta talleres de lectura y escritura en ámbitos oficiales y privados.
Colaboraciones sobre literatura y arte aparecen periódicamente en medios nacionales.
Poemas
para María Elina Méndez
A lo lejos
ese canto lastimero
que es más parecido
a una queja, llama a mi corazón
y ahí dirijo atentos
ojo y oído
pero no distingo
tan siquiera la enramada
de donde proviene.
Como un diario de lo inefable
podría agrupar
como una antología bizarra
descripciones de sonidos
de ciertas aves que rara vez
podemos identificar.
Mágica tarea la del ornitólogo
que paso a paso
cautelosamente registra
llamadas, cantos y alarmas
y sabe qué hermosa y fina línea
separa lo que alegra el corazón
de lo que lo inquieta.
En Abril (Ediciones Arroyo, 2020)
Mira tres o cuatro fotos
cree reconocer un rostro
un gesto familiar
pero se equivoca: no es
ni su padre, ni su tío de ojos claros,
tampoco es la tía Rosa
la del batón oscuro.
Una fila de parientes lejanos,
sin guerras europeas
sin exilios forzados
sin más memoria
que la del campo pampeano
donde la anécdota se desvanece
en tantas muertes
tantas amarguras.
Por eso, ancla el mito
en un paisaje
y la quinta foto es reveladora:
¡Esto es Necochea! dice
una rambla, una ola
rompiendo el horizonte
unos ojos parecidos
a los de su padre.
Frente al bosque de pinos (Patronus, 2021)
Anclado, atado a esta posición
-ángulo desde donde miro
el muelle destruido
entre los robledales:
punto / corte
brillo en la orilla de enfrente.
Hachazo en la mirada
y cae el árbol que inclinado
fue durmiéndose en el río.
Esa luz en la tarde
-después de la mañana
gris lluviosa-
trae los reflejos que retintinean
en el vaso de vino
tinto. Brindis
por el viento agazapado
y brindis
por los siete cantos sucesivos:
los pájaros llaman
a sus crías, cuando
todo es un escándalo
en el ramaje
porque la tarde
trae a la noche
en la penumbra hueca.
Domingo
más luminoso, imposible.
Así de generoso
agosto.
Y replican zorzales, calandrias
y el aleteo fulgurante
del colibrí en la aljaba.
Duerme su siesta
el enamorado.
Se posa en su frente
la mariposa blanca.
Este domingo
no pedimos más
¡la risa, la risa!
y que el viento nos despeine
¿quién vino a esta orilla
a silbar
su inclemente llanto?
Brotes de agosto. Todo son brotes.
Los jazmines, las hortensias,
el durazno bajo.
Todo son brotes. El alcanforero
y esos azahares rosados
lustrosos del limonero.
Agosto.
El rumor de la lancha
a un kilómetro apenas
y el dorado encallado
en la palmera.
Inaugurales, matutinas
saludan las pavitas
pendulantes desde la rama
del fresno.