Valeria Sandi Peña

Nació en Santa Cruz, Bolivia, en 1991. Escritora, gestora cultural y abogada. Fue colaboradora en revistas de poesía y ensayos en su país, México, España, Venezuela, Perú y Colombia. Ha participado en encuentros y festivales nacionales e internacionales. Es editora de las revistas: Galerías del Alma (México), Mal de Ojo (Chile), Portal Cultural Quira Medios (Colombia). Dirige el ciclo de lecturas Trueque Poético y el Festival Internacional de Poesía Joven Jauría de Palabras. Ha recibido las distinciones por el Centro Cultural San Isidro 2018 y por Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia en 2019. Ha publicado los libros: Ambidiestros (2014), en co autoría, La luna lleva sal, (Potosí 2016) y Rincón de lluvia (2018).
Poemas
Hay
quienes derramamos nuestra sed
junto al primer sol, que ahora
es solo
una sombra redonda, golpeada en la pared
dejando de germinar días.
Y en la tarde
somos el caldo del que bebe
cada día la vida y
a cambio
nos devuelve
nuestros restos desperdigados
en frascos de tiempo sin memoria.
Está húmeda la noche
Desde que el lago
carga dentro suyo
todos los huesos
de sus habitantes extinguidos.
Y yo
no soy más que la represa
de estos ojos
Que ya no sueñan ríos.
En este espacio
perforado está el cielo
la nube de polvo
oscurece nuestro cuerpo.
No hay luz
arremete la miel
sobre las veredas.
◊
La sombra
de los verdugos
buscan
nuestros pájaros
quieren lapidar
nuestro día.
Su escritura
final
nos va alcanzando.
◊
Mis venas
están sueltas
transpiro
los sueños
Va en picada
esta memoria.
◊
Sigo caminando
se tiñen
mis pies.
◊
No quiero olvidar
es aquí dentro
donde llevo
un pájaro
de vasta luz
que cierra los ojos
cuando el silencio
regresa
y me habita.
Hoy
se abre
gatillando sombras
el telón de la noche
en nuestro cuerpo
se acerca la sentencia
de fondo un árbol.
Los recuerdos
se derraman
en tajos
La mirada
se nos puebla
de fosas.
Sin hilván
la memoria cae
nos volvemos
tierra blanda
con el rostro perdido.
Llegada la sentencia
desde nuestra
nítida oscuridad
pedimos al tiempo
como juez de luto
un rincón de lluvia
como última patria.